CIUDAD INCA DE MOCOCHO


Investigadores concluyeron que bajo el casco antiguo de Santiago había una infraestructura incaica de la cual salían caminos en todas las direcciones, de acuerdo al último boletín del Museo Nacional de Historia Natural de Chile publicado en enero. 


El arqueólogo del Museo, Rubén Stehberg y el investigador Gonzalo Sotomayor de la Universidad Andrés Bello reunieron las pruebas de las investigaciones presentadas en 1976, más documentos históricos; y a esto agregaron nuevas evidencias de que bajo la ciudad del casco viejo de Santiago se encontraba la ocupación Tawantinsuyu incaica en los cursos medios de los ríos Mapocho y Maipo. 



La ocupación contaba con reyes y autoridades a lo largo de los valles hasta llegar a Mapocho, pero éstos habrían sido muertos durante la conquista de Diego de Almagro. 



La ciudad incaica de Mapocho se la comparaba, según escritos demostrados en el estudio, como otra versión de Cuzco, un lugar en que prosperaba la minería y la agricultura. 

Se evidencia entonces que Pedro de Valdivia realmente no fundó Santiago, sino que viajó 

directamente a poblarla y tomar posesión de la ciudad. 



"La existencia de este importante asentamiento inca en las márgenes del río Mapocho (Santiago) contaba con un avanzado sistema de regadío y una población indígena abundante", señalan. 



"Esto convenció rápidamente a Pedro de Valdivia y sus hombres a establecerse en la zona" a la que luego llamaron "Santiago de Nueva Extremadura", agregan los investigadores. 



La fuerte presencia Tawantinsuyu inca, incluía el célebre camino del Inca, centros de adoración de altura, edificios, viviendas, canales, acequias, chacras y cementerios. 



En el año 2000 otras investigaciones realizadas destacaron que "los incas nombraron un gobernador en Aconcagua llamado Quilicanta, el cual habría tenido a su cargo "gente de guarnición" y colocaron otro en la cuenca de Santiago llamado Vitacura, a cargo de "gente de presidio". 




Según el estudio existían dos variantes del "camino del Inca" que se desprendían del valle de Aconcagua para juntarse nuevamente en las cercanías del cerro San Cristóbal. 



En el mismo lugar donde los europeos instalaron su Plaza Mayor, la plaza de armas, hay escritos que nombran un "tambo" gigante, característico de los indígenas. 



Evidencias de arqueología se encontraron bajo algunos metros de la superficie mientras analizaban la mitad sur de la cuenca del río Mapocho. 



Cronistas citados señalaron que a los muertos los "visten con las más privadas ropas que él tenía", y además le ponen en la mano maíz y frísoles y pepitas de zapallos, y de todas las demás semillas que ellos tienen. Le lían con una soga muy bien y llevan a la tierra la heredad más preciada que él tenía y solía sembrar. Allí hacen un hoyo y le meten un cántaro, olla y escudillas".

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